Vendedores ambulantes: gente que saca provecho al tránsito.
Aunque no tienen un jefe, y a pesar de que casi nadie demanda sus servicios, a lo que hacen le llaman "trabajo". Estos son los famosos "limpiavidrios" que se encuentran en los distintos semáforos de las calles de Santo Domingo, y junto con otras personas, que también "se buscan el moro" en las avenidas, forman parte del elevado porcentaje (56%) que representan los trabajadores informales en República Dominicana.
Estos "limpiavidrios" (jóvenes que limpian los cristales parabrisas de los vehículos que transitan por la ciudad a cambio de cualquier moneda) son quienes más abundan del conjunto de personas que trabajan en la economía informal en la capital.
Pero las calles de Santo Domingo también sirven de trabajo para personas que ayudan a parquear y cuidan vehículos, así como para quienes venden de forma ambulante, tarjetas telefónicas, refrescos, galletas, panes, semillas de cajuíl, chicles, botellas de agua, piñas, guineos, lechozas, mandarinas, naranjas, chocolates, helados, mamones, escobillas para desempolvar, cargadores y forros de celulares, gafas, chichiguas, fundas, y hay algunos que hasta cachorritos comercializan en cualquier intersección del Distrito Nacional.
"Yo era maestro de panadería, la panadería pagaba semanal, y lo que pagaba no era suficiente para cubrir mis gastos, y solté eso en banda", expresó José Luis Rodríguez Tavárez, un parqueador de 41 años de edad ubicado en los predios de la Dirección General de Pasaportes. "Aquí parqueando carros ya yo voy para 11 años, yo vine en el 2003", precisó.
Rodríguez, quien dijo que vive en Haina y paga RD$1,000 de alquiler de vivienda, afirmó que diariamente consigue entre RD$600 y RD$700 como propinas por ayudar a la gente a parquearse.
El mismo trabajo realiza Román Charle, un nacional haitiano que vive en Pantoja, y paga RD$2,000 de alquiler de vivienda.
Charle "se la busca" en las calles cercanas al edificio de la Suprema Corte de Justicia, y coincide con Rodríguez en lo que se gana diariamente, y afirma que en los días buenos consigue hasta RD$1,000.
Esta información refleja que asistiendo tan sólo cinco días a la semana a sus lugares de trabajo, estas personas obtienen ingresos mensuales de RD$14,000, los que significan RD$2,708 más que el salario mínimo más alto en sector formal.
Y a pesar de que no cuentan con un seguro de salud, ni están amparados por el Sistema Dominicano de Seguridad Social (SDSS) que protege a los trabajadores formalizados, estas personas duran largo tiempo en estos trabajos que les permiten sobrevivir.
Agripino Pache actualmente vende gafas en la intersección formada por las avenidas 27 de Febrero y Máximo Gómez. Tiene 17 años en este oficio, y cuenta que cuando la venta de gafas no está muy buena comercializa chicles o forros de guías de vehículos en la misma zona.
Pero así como en otros oficios, "ganarse la vida" en ocasiones se torna un poco difícil para quienes aprovechan las vías de la ciudad para trabajar.
El nacional haitiano Saint Louis Manest, quien se desplaza en un triciclo cargado de frutas y con su pasaporte en un bolsillo de su pantalón, cuenta que los agentes de la Policía Municipal le han quitado el carrito siete veces, y que tiene que vivir atento para correr cuando avisora a uno de los mienbros de la Alcaldía del Distrito Nacional.
La señora Fátima Alcántara, una vendedora de tarjetas telefónicas y de aguacates en la esquina de las avenidas Abraham Lincoln y Gustavo Mejía Ricart, expresó que tiene nueve años en ese oficio, y que al principio tuvo dificultades con algunos policías que patrullaban por esa zona, pero que luego que la conocieron bien, la dejaron trabajar tranquila.
Aseguró que gracias ese trabajo, ella ha podido comprar todo el mobiliario que actualmente tiene en su casa, entre lo que destacó dos televisores, una lavadora, una nevera y un juego de muebles, dos camas, un juego de comedor y una estufa. "Y te voy a decir una cosa: hay personas que tratan a los vendedores de la calle como si fueran nada, pero hay otras que sí nos estiman, y nos tienen lealtad al ver que nos ganamos la comida trabajando honradamente. No todo el que está en la calle es delincuente", indicó.
Aunque pareciera contradictorio, cuando está lloviendo es el mejor día para Rafael Rodríguez, un vendedor de semillas de cajuíl, quien afirma que en días de lluvia a la gente le da mucha hambre, y vende toda su mercancía. "Cuando está lloviendo es verdad que me mojo todo, pero me gano hasta RD$1,300 en esos días", precisó.
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